JUAN CARLOS TALAVERA/Excelsior
La transformación natural del paisaje ha sido una de las mayores obsesiones de la pintura tradicional japonesa, dice a Excélsior Yayoi Kawamura, autora del libro Trazo y color. Esencia de la pintura japonesa, que presentará en México el próximo 29 de enero, a las 19:00 horas, en el Péndulo Polanco.
El volumen, ilustrado con cientos de pinturas a color, es un recorrido coloquial de más de 1,500 años de historia de la pintura nipona a través de sus obras más representativas, la referencia de sus artistas, sus estilos y movimientos culturales. Se trata de un recorrido visual que va desde las primeras expresiones pictóricas en los antiguos túmulos funerarios hasta la pintura nihonga, formulada tras la Restauración Meiji a finales del siglo XIX, y pasando por los estilos yamatoe, suibokuga, Kano, Rinpa y ukiyoe, entre otros.
Kawamura –que escribió este libro con la coautoría de Pilar Cabañas Moreno y la complicidad del sello Satori Ediciones– recuerda que entre los siglos III y V el arte pictórico de Japón registró una fuerte influencia de países como China, Corea e India, aunque a partir del siglo X dicho país decidió cortar lazos con China.
“A ese periodo se le llama Heian, que es cuando realmente se desarrolla la pintura autóctona japonesa, es decir, ese registro multicolor con pinceladas finas y minuciosas que es bastante conocido”, comentó la autora en entrevista vía telefónica desde España.
SEDUCIR LA MIRADA
La idea de este libro, apuntó Kawamura, surgió con la idea de seducir la mirada del lector. “El público del siglo XXI necesita de una visualidad potente, buscamos que este relato histórico entre por los ojos y se complete poco a poco con el contenido.
“Hay un libro muy importante sobre este tema, El arte de Japón, de Fernanda García G., de la colección Summa Artis, el cual es académicamente correcto, pero sus imágenes son en blanco y negro, y eso era necesario actualizarlo, pues los jóvenes de hoy reaccionan a la visualidad”, aseguró.
Y a esto se sumó un contenido sintético, expuso, que pone atención en la esencia de la historia, con palabras sencillas, pero sin bajar el nivel académico. Para ello utilizamos tablas y cuadros sinópticos que facilitan el acercamiento a esta cultura lejana para muchos lectores”.
¿En un primer momento el trazo japonés estuvo asociado sólo a temas religiosos? “Sí, con la llegada del budismo, éste ejerció un poder para unificar a la sociedad, pero existió una pintura puramente japonesa destinada a ilustrar novelas, como La historia de Genji.
“Así que no siempre fue religiosa, sino que también hubo obras civiles y cortesanas que fueron encargadas por la clase alta, porque quizá hubo pinturas más populares, con poco valor, y que quizá no sobrevivieron”, aseguró.
¿En qué momento la pintura se concentró en lo cotidiano? “Cuando llegó la era moderna, en los siglos XVII y XVIII (los artistas) empezaron a pintar paisajes y elementos de la naturaleza. Pintar paisajes fue algo muy importante en Japón porque la naturaleza ejerce un aspecto dominante en esta cultura.
“Cualquier persona que viva un año en Japón se daría cuenta de los cambios constantes en el paisaje, así como la sensibilidad de los japoneses que, mes a mes, contemplan (y valoran) la naturaleza, dado que realmente se ama esa fugacidad. Por tanto, el paisaje también fue importante, de manera paralela a las imágenes budistas”.
¿Cómo describiría las técnicas de la pintura tradicional japonesa? “La mayor parte del arte tradicional japonés fue plasmado en papel y mediante acuarelas, dado que no se emplearon tablas ni óleo, hasta que llegó la influencia de Europa y América, a finales del siglo XIX.
“Esto fue así porque el papel japonés es de muy buena calidad y sirvió como buen soporte pictórico, y por eso no hubo necesidad de recurrir a la tela ni a la tabla, salvo en pequeñas excepciones, para lo cual los japoneses inventaron distintos tipos de papel, como el washi”, que sirvieron de base para técnicas como el emaki (rollo de mano), el fusumae (pintura sobre paneles corredizos) y el byōbue (pintura sobre biombo), así como el mokkotsu, el tarashikomi, el tsuketate, entre muchos más.